En un caso que ha despertado la indignación internacional, se han revelado imágenes y testimonios que muestran cómo monos bebés fueron sometidos a actos crueles y torturas sistemáticas en un laboratorio no autorizado. Las criaturas, algunas con apenas días de nacidas, eran separadas de sus madres, encerradas en jaulas diminutas y expuestas a situaciones de estrés extremo como parte de experimentos supuestamente “científicos”.
Las grabaciones, obtenidas por un grupo de defensores de los derechos animales infiltrados, muestran cómo los responsables —presuntamente un grupo de técnicos sin formación ética ni supervisión institucional— exponían a los pequeños monos a luces intensas, ruidos ensordecedores, privación del sueño y contacto físico violento. Además de la violencia física, las crías eran forzadas a pasar largos periodos sin alimento ni agua.
Especialistas en comportamiento animal han declarado que este tipo de maltrato tiene efectos devastadores e irreversibles en los primates, cuya inteligencia emocional es cercana a la de los humanos. “Estamos hablando de tortura, no de ciencia. Lo que ocurre en estos laboratorios es inaceptable desde cualquier punto de vista ético”, dijo la primatóloga Andrea López.
El caso ya ha sido denunciado ante las autoridades competentes y varias organizaciones internacionales están exigiendo que los culpables enfrenten cargos por maltrato animal y violación a las normas de bioética.
Este escándalo ha abierto nuevamente el debate sobre el uso de animales en la experimentación, especialmente en condiciones ilegales y sin regulación. Activistas reclaman una reforma más estricta para evitar que se repitan atrocidades como estas.
